Viajar, un momento para aprender
En algún momento de nuestra vida, habremos escuchado que, el ser humano por naturaleza es un ser social dispuesto a relacionarse con el mundo que le rodea. Pero, hasta qué punto resulta ser esto así.
Desde su nacimiento e incluso antes del mismo, el bebé se encuentra curioso por los sonidos, las voces que escucha, las sensaciones que logra percibir y demás. Él encuentra la forma de relacionarse con todas esas cosas nuevas que aparecen frente a él, las toca, las observa, las coloca dentro de su boca y allí descubre.
Descubre que su curiosidad le permite conocer. Pero ocurre algo más, hay unas cosas extrañas que frecuentemente ve. Estas cosas que aún no entiende qué son, lo alzan, lo acarician, hablan con él, cubren sus necesidades básicas y después ya no están. Descubre que esas cosas son llamados Mamá y Papá, y que al parecer son personas, y es allí, en medio de relacionarse con sus padres se da cuenta que él también es una persona, pero no es uno como mamá o papá.
Vemos pues, cómo los pequeños en las guarderías se sienten en libertad de poder relacionarse con otro como él, un igual. Otro que no es mamá, papá, el abuelo o la maestra. Es otro que al igual que él, se mantiene en el suelo gateando o dando sus primeros pasos, con sus capacidades lingüísticas poco desarrolladas con la misma necesidad que él de descubrir. Junto a estos otros, el niño empieza fortalecer las relaciones personales, esas mismas que iniciaron en casa con los miembros de su familia.
Años después, en las aulas de clases, se observan grupos. Todos los pasos que estuvo dando le ha llevado a esto, ahora quiere pertenecer, así como pertenece a su familia, quiere pertenecer a un grupo, pero uno con iguales. Las experiencias que los niños van acumulando a través de su crecimiento, serán las bases para ir forjando su personalidad.
Viajar con amigos, le ofrecen al niño una escapada, una salida de la seguridad envolvente de su núcleo familiar, una salida que le llena de curiosidad y miedo, pero ese miedo se ve disminuido al verse acompañado por amigos que están sintiendo lo mismo que él. Y es que no son cualquier tipo de amigos, son suyos, esos con los que él ha formado lazos y con quieren ahora va a viajar.
¿Qué les ofrece el viaje? El viajar, le da la posibilidad de conocer, de saciar la curiosidad que tienen desde antes de nacer. Al viajar, los niños podrán aprender valores como la responsabilidad, confianza, compromiso, respeto y demás.
Pero, también le ofrece la posibilidad de estar fuera del ojo crítico de mamá o papá. Podrá hacer maldades que no se le permiten en casa, como dormir fuera de la hora estipulada, o no ducharse antes de dormir. Comer postres, aunque no se acabe la comida o pasar mucho tiempo en la piscina. Esas son las maldades que los niños comenten en los viajes, además de que aumenta la complicidad con su grupo. Esto, a pesar de no parecer importante, cumple varios objetivos, que como se ha dicho, irán formando su personalidad. Porque sí, el niño aprende, aprende de sus experiencias y se convierte en un miembro más de la sociedad.
Juan Jose Carrillo
Psicólogo de Viajar Futbol Base